En 2009, las nuevas tecnologías le proporcionaron a Peter Chapman un vehículo perfecto para desarrollar sus fantasías y poder realizarlas. A través de Facebook, la red social más popular del mundo, Chapman se creó un perfil público falso. Consiguió fotografías de otro usuario, un joven de diecinueve años de cuerpo atlético que posaba semidesnudo, y las robó para incorporarlas a su página. En un par de ellas, aparecía con el pene erecto; en otras, sin camisa mostrando el musculoso pecho o con ajustada ropa interior. Afirmaba que era estudiante.
Chapman mintió en sus datos biográficos, en sus gustos y aficiones, y por supuesto en su imagen. Se hacía llamar “Peter Cartwright”. Su intención era conocer a jóvenes tímidas, impopulares e inseguras, y entre más obesas, mejor. Chapman descargó una aplicación que le permitió enviarle sus supuestas fotografías y su correo electrónico a cientos de mujeres. Cientos de ellas respondieron. Muchas eran hermosas, delgadas, de todas las edades: desde menores de edad y adolescentes, hasta adultas solteras, casadas, divorciadas, y mujeres maduras que se sentían seducidas por las fotografías del musculoso jovencito que Chapman había utilizado fingiendo que era él. Pero a la mayoría no las tomaba en cuenta: buscaba otro tipo de mujer.
Sus encuentros con mujeres no tardaron en ocurrir. No existe un estimado total de a cuántas conoció Chapman en la vida real, pero fueron muchas. Con algunas tuvo solamente atenciones; con otras, acoso sexual. Una de ellas, Catherine Carty, madre soltera con tres hijos, narró su encuentro con Peter Chapman: "Parecía bastante agradable. Hablaba conmigo por Facebook y Messenger constantemente y durante dos semanas me envió mensajes constantemente”.
En octubre de 2009, ella se reunió con él para tomar un café y se fueron a pasear. Pero cuando él estacionó su auto, comenzó a acariciarla: “Trató de poner su mano en mis pechos y en mis pantalones. También trató de besarme. Era demasiado. No era agresivo sexualmente para ser nuestra primera cita, pero luego comenzó a lanzarme indirectas diciendo cuánto tiempo había pasado desde que se había acostado con una mujer". Finalmente, ella lo rechazó porque en encuentros posteriores él seguía tratando de tocarla.
Peter Chapman contactó después a una joven: Ashleigh Hall, quien vivía en Darlington. El hecho de que Ashleigh no tuviera ningún éxito con los chicos la convirtió en una presa fácil para Chapman. Tras varios meses de hablar virtualmente, finalmente consiguió el número del teléfono celular de la chica. Luego, formalizaron una cita. La convenció de que pasara con él la noche del domingo. El 25 de octubre de 2009, Chapman apareció en su coche para recoger a Ashleigh, que lo esperaba a la salida de un parque. Ella esperaba al apuesto muchacho que aparecía en las fotografías de Facebook. El criminal la engañó, diciéndole que era el padre del joven.
La idea funcionó: Ashleigh accedió a irse con él, supuestamente a su casa. Pero Chapman condujo hasta un área deshabitada que había elegido con anterioridad en el condado de Durham, en el noreste de Inglaterra. Una vez allí, trató de forzar a la chica para que le practicase sexo oral. Como ella opuso resistencia, le ató los brazos y la amordazó con cinta adhesiva. La puso boca abajo, le bajó los pantalones, le rasgó la ropa interior y comenzó a violarla. Como ella seguía luchando, le puso más cinta alrededor de la cara; tanta, que Ashleigh se asfixió. Al darse cuenta de que estaba muerta, Chapman tiró su cadáver por un barranco, a las afueras de la localidad de Sedgefield.
Al día siguiente, Andrea Hall, la madre de Ashleigh, a quien le dijo que iba a quedarse con un amigo, intentó contactarla sin éxito a través del teléfono celular. Denunció su desaparición a la policía. Checó además en la página de Facebook y encontró que su hija tenía un amigo que no tenía conexiones o links con otros conocidos suyos. A partir de estos datos, llegarían a identificar al criminal.
Chapman volvió a la escena del crimen al día siguiente. No sabía que la policía ya lo buscaba, pues estaba fichado como agresor sexual y no había comunicado su último cambio de domicilio. Fue detenido por una patrulla que detectó su matrícula. En el interior de su auto encontraron los materiales que había utilizado para someter a la chica, así como su teléfono celular. Tras interrogarlo en la cárcel, Chapman confesó y condujo a los agentes al sitio donde había tirado el cuerpo.
Aunque lanzó una declaración en la que aparecía como inocente, finalmente admitió el asesinato, la violación y el secuestro de la joven. El juez Fox, quien presidió el juicio, dijo que Chapman había llevado a cabo un "nivel significativo" de planificación y premeditación para atrapar a Ashleigh. "Esto fue una planificación malvada llevada a cabo cuidadosamente y de manera considerablemente detallada, para atrapar a su víctima", declaró. "Ella era especialmente vulnerable a causa de su físico y su edad".
Los periódicos lo bautizaron como “El Asesino de Facebook” (“Facebook Killer”); los tabloides ingleses narraon su historia y entrevistaron a otras víctimas potenciales que lo habían conocido. También lanzaron una campaña para averiguar quién era el joven al que pertenecían las fotografías robadas por Chapman para su falso perfil.
En marzo de 2010, Chapman fue condenado por el juez Peter Fox, el Magistrado Municipal de Middlesbrough, a cadena perpetua, con un mínimo de treinta y cinco años en prisión. Tras conocerse la noticia, Andrea Hall, la madre de la víctima, comenzó una campaña de concientización para advertir a las jóvenes sobre los riesgos de Facebook y otras redes sociales.
En contraste, al interior de esta página surgieron grupos de fans: unos en memoria de Ashleigh y otros admirando a su verdugo. Uno de ellos, con cientos de fans de Peter Chapman, incluía la fotografía de una hermosa joven semidesnuda, sobre cuya piel se leía el letrero: “Facebook Killer”.
Alexandra Tobias, quién asesinó a su bebé por jugar FarmVille
Un nuevo caso de asesinato relacionado con Facebook ocurrió el 27 de octubre de 2010, en Florida. Una joven mujer, Alexandra V. Tobías, estaba jugando Farmville cuando su bebé comenzó a llorar. Como el llanto no la dejaba concentrarse, fue hasta la cuna y sacudió al niño, furiosa. Luego se fumó un cigarrillo. El bebé seguía llorando, así que se levantó, aún más enojada, para sacudirlo nuevamente. Esto lo mató. Dejó el cadáver en la cuna y siguió jugando. Tras su arresto, aceptó lo ocurrido y espera juicio, pudiendo enfrentar una condena de hasta cincuenta años de prisión.
0 comentarios:
Publicar un comentario